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Un paseo en Haro

De Ayuntamiento a Bodegas: Iglesias, bodegas subterráneas y vistas panorámicas de Haro

LocoLoco
3.4 km
44 min
5

Descripción

Comienzas en el Ayuntamiento de Haro, un edificio emblemático en la plaza central, perfecto como punto de referencia y frecuentemente escenario de eventos locales. Justo al lado se encuentra la iglesia de Santo Tomás, reconocible por su torre característica y sus interiores adornados con detalle — un fragmento precioso de la historia de la ciudad y un punto clásico de partida para el recorrido. A continuación, subirás hasta la Ermita de San Felices de Bilibio: un lugar de peregrinación tranquilo en la colina con vistas amplias a los viñedos, ideal para despejar la mente y tomar fotografías. De vuelta en la ciudad, podrás relajarte en el Parque Nicolás Ocharan, respirando aire fresco y disfrutando de la calma en un banco antes de continuar hacia las zonas vinícolas que te esperan. En la bodega CVNE, conocerás la historia de su producción, visitarás sus bodegas y podrás degustar algunos vinos; enseguida, el barrio de la estación te llevará al corazón de la tradición bodeguera con numerosas pequeñas bodegas y opciones de cata. La ruta sigue en la bodega Muga, donde descubrirás técnicas modernas de elaboración y catas guiadas; luego en López de Heredia, que te introduce a bodegas históricas y clásicos añejos de Rioja; y en La Rioja Alta, una dirección imprescindible para vinos de alta calidad envejecidos. Tu recorrido termina en la Plaza de la Paz, una plaza acogedora con cafés y edificios tradicionales, un lugar ideal para quedarse, reflexionar y planear la próxima degustación.

Ayuntamiento de Haro

Fíjate en la fachada de este edificio: es el Ayuntamiento de Haro, también conocido como Casa Consistorial. Se construyó en el siglo XVIII, exactamente entre 1769 y 1778, siguiendo el estilo neoclásico. ¿Alguna vez te has preguntado por qué tantos edificios históricos en España muestran este estilo claro y simétrico? Aquí tienes un ejemplo perfecto: líneas definidas, piedra tallada y una elegancia serena que llama la atención al instante.

Lo que destaca es la inscripción sobre la entrada, que remite al reinado de Carlos III. Esto demuestra la estrecha relación de la historia de este lugar con la monarquía española. Y observa, en la parte alta de la fachada, el reloj colocado en 1857, que desde entonces forma parte esencial del paisaje urbano. Imagina cómo las personas de aquella época miraban la hora para organizar su día, sin smartphones ni dispositivos digitales.

La planta baja está caracterizada por arcadas con arcos de medio punto, que no solo son estéticamente agradables, sino que también protegen del sol y la lluvia. Sobre ellas se extiende un balcón continuo, ideal para saludar a los ciudadanos o pronunciar discursos en eventos importantes. ¿Has pensado alguna vez cómo sería estar aquí hace más de 200 años y sentir la atmósfera de entonces?

El Ayuntamiento se encuentra en la Plaza de la Paz, la plaza principal de Haro. Este lugar siempre ha sido el corazón de la ciudad: un punto de encuentro, de vida y celebración. El edificio en sí habla de una época en que Haro prosperaba económicamente y esto se reflejaba en su arquitectura. Por lo tanto, no es solo una sede administrativa, sino también un fragmento de historia viva que sigue atrayendo visitantes.

La próxima vez que pases por un ayuntamiento, recuerda: detrás de sus muros hay algo más que burocracia. Allí se entrelazan el arte, la historia y la vida cotidiana de la gente, y eso es lo que hace que estos lugares sean tan fascinantes.

Iglesia de Santo Tomás

Aquí estamos frente a la iglesia de Santo Tomás, una construcción impresionante con profundas raíces en la historia de Haro. ¿Sabías que su edificación comenzó ya en el siglo XVI? Fue iniciativa de Juan de Rasines, quien, junto con Pedro de Rasines y su hijo Rodrigo, impulsaron las obras. Más tarde, en el siglo XVII, Pedro de Origoitia y Andrés de Venea continuaron con la finalización, haciendo de este proyecto un verdadero trabajo colectivo que abarcó varias generaciones.

Fíjate bien: la iglesia tiene tres naves cubiertas por bóvedas de estrella. Estas delicadas bóvedas descansan sobre columnas y pilares que le aportan al espacio una sensación especial de ligereza. ¿Alguna vez has visto una puerta principal que parezca un retablo gigante? Eso es justamente lo que encontrarás aquí. Está ricamente decorada con escenas del Vía Crucis y representaciones de los apóstoles, como un libro de imágenes tallado en piedra que narra historias.

Otro punto destacado es la fachada principal en estilo plateresco, obra de Felipe Bigarny, uno de los escultores más importantes del Renacimiento español. Su trabajo aquí es una auténtica muestra de historia del arte y un ejemplo de cómo la arquitectura y la escultura pueden fundirse armoniosamente.

También resulta interesante la mezcla de estilos: mientras que el coro está en estilo gótico tardío, la nave predominan los elementos del Renacimiento. ¿Y la torre? Tiene un carácter principalmente barroco y sirvió de modelo para otras torres en la región de La Rioja.

La iglesia de Santo Tomás se encuentra al pie del cerro La Mota, también conocido como La Atalaya, que fue el centro original de Haro. Esto hace que el lugar sea especial no solo por su historia, sino también por su ubicación geográfica.

Una pequeña reflexión: ¿por qué esta iglesia fue declarada Monumento Nacional Artístico en 1931? La respuesta está en su arquitectura única, su larga historia constructiva y su importancia para la región. Es un testimonio vivo del desarrollo cultural de Haro y La Rioja.

Tómate un momento para descubrir los detalles que hacen que esta iglesia sea tan especial. Desde sus delicadas bóvedas hasta su fachada artística: aquí cada piedra guarda un pedazo de historia.

Ermita de San Felices de Bilibio

Nos encontramos en un lugar muy especial, la ermita de San Felices de Bilibio, situada en lo alto de los Riscos de Bilibio, a pocos kilómetros de Haro. ¿Alguna vez te has preguntado cómo se siente estar en un sitio que ha tenido un significado espiritual durante más de 1.300 años? Aquí vivió San Felices, un ermitaño del siglo VI, venerado no solo como santo, sino también como maestro de San Millán, otra figura importante de la región.

La primera capilla en este lugar se construyó en 1710, mucho después de la época de San Felices, justo donde él vivió y murió. Si miras a tu alrededor, notarás la estatua de San Felices, que está aquí desde 1964. Lo representa con un libro abierto en la mano, destacando su papel como maestro y transmisor de conocimiento. Lo mejor es que la estatua se ilumina por la noche y su luz se puede ver a varios kilómetros, convirtiéndose en un símbolo emblemático del paisaje.

Pero la ermita no es solo un lugar con historia, también es un sitio para relajarse. Alrededor encontrarás zonas de picnic con sombra y un sendero que te lleva a un mirador. Desde allí tendrás una vista impresionante de los viñedos circundantes y del amplio valle del Ebro, un lugar perfecto para respirar hondo y disfrutar de la naturaleza.

¿Sabías que la ermita juega un papel central en una de las fiestas más conocidas de Haro? Cada año, el 29 de junio, aquí comienza la famosa Batalla del Vino. Antes de que empiece la fiesta, los participantes hacen una procesión hasta la ermita, donde se celebra una misa. Luego comienza la diversión con el lanzamiento de vino tinto, un espectáculo que no te puedes perder si visitas esta zona.

Además, en septiembre se realiza una peregrinación tradicional a la ermita. Los participantes disfrutan juntos de una comida y luego regresan en grupo a Haro. Esto demuestra cuánto significa este lugar para la comunidad.

Por último, un dato curioso: los Riscos de Bilibio son conocidos no solo por la ermita, sino también por sus formaciones geológicas y los restos arqueológicos de un castro celtíbero de la Edad de Hierro. Aquí se fusionan de manera fascinante la historia, la naturaleza y la cultura.

Así que la próxima vez que vengas, tómate un momento para absorber la atmósfera de este lugar tan especial. ¿Te has preguntado cuántas historias podrían contar estas rocas?

Parque Nicolás Ocharan

Nos encontramos en el Parque Nicolás Ocharan, un lugar que tiene más historia de la que parece a simple vista. ¿Alguna vez te has preguntado cómo recibe un parque su nombre? En este caso, la respuesta es sencilla: Nicolás Ocharan fue un hombre con una pasión especial, la fotografía. No solo fue empresario, sino también un fotógrafo premiado que en 1904 ganó el Concurso Nacional de Fotografía Estereoscópica. Esto explica por qué este sitio guarda tanta historia.

El parque está ubicado en un terreno que Nicolás Ocharan originalmente eligió para construir su palacio. Y este palacio es realmente impresionante: fue construido en 1901 con un estilo ecléctico, con una fachada de mármol rosa y blanco, flanqueada por diez columnas jónicas. La mezcla de elementos griegos e italianos convierte al edificio en una verdadera joya arquitectónica.

Pero esto no es todo. En 1914 se añadió un castillo neogótico rodeado por un muro de estilo morisco, una combinación poco común. Incluso hay un pequeño observatorio, lo que refleja la diversidad de intereses de Nicolás Ocharan.

Si te preguntas qué hace especial a este parque además de su arquitectura, mira a tu alrededor: hay más de cincuenta especies diferentes de árboles, entre ellos exóticos como palmeras cocoteras, secuoyas y ginkgos. ¿Sabías que el ginkgo también es conocido como "el árbol de la esperanza" y es valorado por sus propiedades medicinales? Pasear aquí no solo es agradable, sino también como hacer un pequeño viaje por el mundo de las plantas.

Además, el parque cuenta con una capilla privada y una casa para los jardineros encargados del cuidado del lugar. Todo esto hace que el Parque Nicolás Ocharan sea un espacio que combina historia, naturaleza y arquitectura de una manera fascinante.

Para terminar con un dato curioso: en 1984 todo el conjunto fue declarado Bien de Interés Cultural, un reconocimiento a bienes culturales de especial importancia en España. Otro motivo para prestar atención y descubrir todos los detalles que hacen que este lugar sea tan especial.

Bodega CVNE

Estamos frente a la bodega CVNE, fundada en 1879 por los hermanos Raimundo y Eusebio Real de Asúa. Desde entonces, tenían claro que el vino de La Rioja no solo debía ser bueno, sino excepcional. ¿Sabías que CVNE sigue siendo una empresa familiar, gestionada por la quinta generación de los descendientes de los fundadores? Eso significa que cada botella contiene más de 140 años de pasión y experiencia.

¿Qué hace a CVNE tan especial? Para empezar, cuentan con más de 1.000 hectáreas de viñedos propios, ¡una superficie enorme! Esto los convierte en uno de los mayores propietarios privados de viñedos en España. Y se nota en el sabor: sus vinos son reconocidos por su elegancia y su gran capacidad de envejecimiento. Esto quiere decir que, con el tiempo, no solo mejoran, sino que desarrollan nuevos y emocionantes aromas.

Un espectáculo para la vista es el llamado “barco Eiffel”: una bodega diseñada en 1909 por Gustave Eiffel, el mismo ingeniero que creó la Torre Eiffel en París. Este edificio especial se utiliza para la crianza en barrica y mezcla de forma impresionante la tradición con la innovación.

CVNE ofrece varias líneas de vino, desde Cune hasta Imperial, pasando por Real de Asúa y Monopole. Destaca especialmente el Imperial Gran Reserva, que en 2013 fue reconocido como el mejor vino del mundo, un hito para un vino español. Imagina la dedicación y habilidad que debe haber en cada botella para lograr tal reconocimiento.

Aquí, en el histórico Barrio de la Estación, puedes descubrir durante una visita cómo la tradición y la elaboración moderna del vino trabajan en armonía. CVNE pone mucho empeño en conservar las técnicas antiguas mientras garantiza la máxima calidad. Así que, la próxima vez que descorches una botella de La Rioja, recuerda: detrás de cada sorbo hay una historia que empezó justo aquí.

Barrio de la Estación

Estamos en el barrio de la estación de Haro, un lugar que es mucho más que un simple barrio: es el corazón del mundo del vino de La Rioja. ¿Alguna vez te has preguntado cómo es posible que los vinos de esta región se hayan hecho tan famosos? Gran parte de la respuesta está justo aquí, en esta estación.

En 1863, Haro se conectó a la red ferroviaria. Esto supuso un cambio radical, pues desde aquí los vinos podían enviarse rápida y eficazmente a toda Europa, especialmente a Francia. Esto no solo impulsó el comercio, sino que también marcó profundamente el desarrollo de este barrio.

Fíjate bien a tu alrededor: las históricas bodegas que ves aquí no son bodegas comunes. Nombres como López de Heredia Viña Tondonia, CVNE, La Rioja Alta, Bodegas Muga y Bodegas Bilbaínas representan tradición y calidad que se remontan al siglo XIX. Sus edificios de piedra y madera parecen auténticas cápsulas del tiempo que te ofrecen una ventana directa a la historia del cultivo del vino.

¿Sabías que a las bodegas suelen llamarlas "las catedrales de La Rioja"? Esto se debe a las condiciones perfectas que ofrecen: temperaturas constantes y una humedad óptima que ayudan a que los vinos envejezcan lenta y uniformemente. ¿El resultado? Vinos con carácter y profundidad muy valorados en todo el mundo.

Pero el barrio no solo tiene una cara tradicional; también ofrece un lado moderno. El Museo de Arte Contemporáneo de Haro, El Torreón, demuestra que aquí no solo vive el pasado, sino que el arte contemporáneo también tiene su espacio. Una combinación apasionante que hace que el barrio sea vibrante y diverso.

Imagina que pudieras entrar ahora en alguna de estas bodegas y oler y probar la historia encerrada en cada barrica. Eso es justo lo que hace especial al barrio de la estación: une tradición y modernidad, historia y presente, y te invita a formar parte de este fascinante mundo.

Así que, la próxima vez que estés en una estación de tren, recuerda: a veces, estos lugares cuentan mucho más de lo que parece a simple vista. Aquí en Haro, sin duda, ese es el caso.

Bodega Muga

Aquí nos encontramos frente a la bodega Muga, en pleno corazón de Haro, el epicentro de la viticultura en La Rioja. Desde 1932, esta bodega pertenece a la familia Muga, una auténtica historia familiar que sigue viva hoy en día. Imagina: todo comenzó con Isaac Muga y su esposa Aurora Caño, quienes transformaron su pasión por el vino en su profesión.

¿Qué hace especial a Muga? Sin duda, la combinación de tradición y artesanía. ¿Sabías que ellos mismos fabrican sus barricas de roble en su propia tonelería? Es algo bastante poco común y demuestra cuánto valoran la calidad y la singularidad. Cada barrica se hace a mano, un trabajo artesanal que se puede apreciar en el sabor del vino.

Los viñedos se extienden por unas 250 hectáreas en una meseta influenciada por varios climas: atlántico, mediterráneo y continental. Esta mezcla aporta aromas interesantes y una complejidad especial a los vinos. La variedad principal es Tempranillo, pero también destacan Garnacha, Mazuelo, Graciano, Malvasía y Viura. Así se logra una diversidad que va desde robustos tintos hasta blancos y rosados elegantes.

Piénsalo un momento: ¿cómo logra una bodega mantener la producción constante de vinos de alta calidad durante casi cien años? La clave está en unir métodos tradicionales con tecnología moderna. Muga apuesta por la vendimia manual y la combina con una bodega moderna que garantiza las mejores condiciones para la elaboración.

Un punto fuerte son sus vinos reconocidos, como el Muga Reserva, Selección Especial o Torre Muga. No solo son populares en España, sino en todo el mundo, y han recibido numerosos premios. Además, reflejan el estilo clásico de La Rioja: elegantes, complejos y con un carácter bien definido.

Si visitas este lugar, merece la pena echar un vistazo a lo que ocurre tras bambalinas: Muga ofrece visitas guiadas y catas que te permiten experimentar de cerca la pasión y precisión en cada paso. Así, el vino se convierte no solo en bebida, sino en toda una experiencia.

Y algo más: la sostenibilidad es fundamental en Muga. La bodega se preocupa por trabajar de forma respetuosa con el medio ambiente y la naturaleza, un aspecto que hoy en día cobra más importancia que nunca.

Así que, la próxima vez que sostengas una copa de un Rioja de Muga, recuerda que estás disfrutando de un pedazo de historia y artesanía elaborado aquí, en Haro, con mucho corazón.

Bodega López de Heredia

Estamos delante de la bodega López de Heredia en Haro, un lugar en el que el vino forma parte de la tradición desde 1877. ¿Alguna vez te has preguntado cómo es tener una bodega con más de 140 años, dirigida siempre por la misma familia? Eso es justo lo que ocurre aquí: en quinta generación, María-José López de Heredia lidera esta bodega, una de las más antiguas y prestigiosas de La Rioja.

Lo que hace especial a esta bodega no es solo su historia, sino también la forma en que elaboran el vino. En lugar de usar tanques de acero modernos, utilizan grandes barricas de madera—y no unas cualquiera, sino 15.000 barricas de roble americano hechas en su propia tonelería, que llevan décadas usándose. Esto le da a sus vinos un carácter único que los diferencia de muchos otros de La Rioja.

¿Te preguntas cuánto tiempo envejece un vino aquí? La respuesta sorprende: los vinos se quedan mucho más tiempo en barrica que lo habitual. Por ejemplo, un Gran Reserva pasa al menos nueve años en barrica, casi una década de paciencia y artesanía que se nota en cada sorbo.

Los viñedos son enormes: 170 hectáreas repartidas en cuatro zonas distintas, incluyendo Viña Tondonia, Viña Cubillo, Viña Bosconia y Viña Zaconia. Allí crecen las uvas clásicas de La Rioja como Tempranillo, Garnacha, Mazuelo y Graciano, además de uvas para vinos blancos como Viura y Malvasía.

Otro detalle que llama la atención es la arquitectura: bajo nuestros pies se extienden unos sótanos excavados hasta 15 metros en la roca, con espacio para más de 13.000 barricas. Y si levantas la mirada, seguro que notas el pabellón de cata—diseñado por la famosa arquitecta Zaha Hadid—, que es una interpretación moderna de una jarra de vino.

Aquí la tradición es fundamental, pero eso no significa que no evolucionen. La filosofía de la bodega combina lo mejor de ambos mundos: métodos probados y una mentalidad abierta a la innovación.

Así que, la próxima vez que pruebes un vino de López de Heredia, recuerda: estás disfrutando un pedazo de historia elaborado con mucha paciencia, pasión y respeto por la naturaleza. Y siendo sinceros—¿cuántas bodegas conoces que mantengan tan firmes sus raíces y a la vez sigan tan vivas?

Bodega La Rioja Alta

Aquí estamos, frente a la bodega La Rioja Alta, en pleno Haro, el corazón de la viticultura española. Ya en 1890, cinco familias del País Vasco se unieron para crear algo único: una bodega que hasta hoy representa calidad y tradición. ¿Puedes imaginar cómo fue aquella época cuando decidieron unir sus fuerzas para elaborar vino juntos? Fue así como nació La Rioja Alta S.A.

Unos años después, en 1904, se produjo una fusión importante con la Bodega Ardanza. De esta unión surgió la famosa Gran Reserva 890, un homenaje al año de fundación. Estos vinos no solo son bebidas, cuentan historias llenas de pasión de generaciones que las han elaborado.

¿Sabías que los viñedos de La Rioja Alta abarcan aproximadamente 415 hectáreas? Y las vides tienen una edad media de 25 años, lo que les aporta profundidad y carácter. La variedad principal es Tempranillo, complementada con Garnacha, Graciano y Mazuelo. Cada racimo se recoge a mano antes de ser almacenado en barricas de roble propias, fabricadas en la bodega. Así se crea el clásico estilo riojano, reconocido por su elegancia y complejidad.

Seamos sinceros: ¿quién pensaría que un vino aquí puede envejecer fácilmente diez años o más? Eso demuestra la longevidad y calidad de estos vinos. Destacan especialmente la Gran Reserva 890 y 904, junto con la Reserva Viña Ardanza, auténticos clásicos que vale la pena probar.

Un dato interesante: en mayo de 2025, Guillermo de Aranzabal Bittner fue nombrado nuevo director general. Él guía la bodega hacia un futuro que combina tradición e innovación. La bodega también apuesta por la sostenibilidad, empleando corchos justos y fuentes de energía renovables para cuidar el medio ambiente.

Imagina estar aquí, en el histórico barrio de la estación de Haro, rodeado de siglos de historia vitivinícola. La Rioja Alta no es solo una bodega, es un fragmento vivo de la cultura española que brilla con premios internacionales. Sus vinos no solo son sabrosos, son la expresión de un terroir que se puede saborear.

Para terminar, un pequeño reto: la próxima vez que disfrutes un Rioja, intenta percibir la historia y la pasión que llevan cada botella. Porque aquí, en Haro, en La Rioja Alta, el vino no solo se elabora, se vive.

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